Lla historia de una mujer valiente y astuta, de una patriota de Israel.
Entre sus inmemorables personajes, tres sobresalen en este drama: Nabucodonosor, presentado como el rey de Asiria; Holofernes, el general en jefe que manda los ejércitos del tirano; y Judit, la mujer judía que salva a sus desgraciados compatriotas oprimidos.
Nabucodonosor se dispone a atacar a su vecino, el rey de los medas, Asfaxad. Necesita hombres. Llama en su ayuda a todos los pueblos que hay en las llanuras del Tigris y del Eúfrates. Estos se niegan, lo cual es considerado como un ultraje. Encargado de la represión, Holofernes emprende una campaña de intimidación contra los rebeldes. Todos los pueblos de la Mesopotamia, de la Alta Siria, del Oronto y del Jordán se someten sin condiciones. Unicamente los judíos se retiran, ordenadamente, a sus montañas para orar e impedir al opresor su paso por Judea.
Holofernes no insiste. Tiene dos misiones que cumplir, y habiendo fracasado en la primera, la de índole militar, se entrega con empeño a la segunda, que es de carácter religioso. Nabucodonosor le ha encargado que sustituya el culto al Dios de Israel por el de su propia persona. Los judíos se indignan.
Pero Holofernes se obstina. Nabucodonosor es el único dios; la fuerza dará cuenta del desarmado pueblo judío. Pone cerco a la pequeña plaza fuerte de Betulia. Falta el agua; los judíos asediados empiezan a perder la confianza. Entonces hace su aparición Judit, una joven viuda muy piadosa, valiente y decidida.
Ante la actitud temerosa de Ozías y de los ancianos muestra una resuelta firmeza: "Escuchadme: Yo me propongo realizar una hazaña que se recordará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza. Vosotros estaos esta noche a la puerta; yo saldré con mi sierva..." (Jud 8, 32 y ss).
Judit sale de Betulia, se deja arrestar por una avanzada de los asirios y conducir a la presencia de Holofernes, a quien ella dirige un discurso tan hábil, que el la invita a un banquete que da a sus oficiales. Luego se queda a solas con Holofernes.
Todo sucede entonces tal como Judit había previsto. Después de haber invocado A Dios, corta la cabeza a Holofernes, la pone en sus alforjas y vuelve furtivamente a Betulia.
Una vez en la ciudad, expone a los suyos el plan de ataque a los asirios. Conviene obrar con astucia. Todos se muestran astutos y así consiguen batir a los sitiadores. Estos van en busca de Holofernes, a quien encuentran decapitado. Entonces, dominados por el terror, los asirios huyen en desorden.
Los judíos se transladan a Jerusalén llevando triunfalmente a la heroína, para dar gracias a Dios.
"No cayó su caudillo a manos de jóvenes, ni le hicieron tajos los titanes, ni soberbios gigantes pusieron en el la mano: Judit, hija de Merari, con la hermosura de su rostro le paralizó" (Jud 16,8).
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